El Estado cedió el solar donde se hallaba el convento de los capuchinos al ayuntamiento
tras la Desamortización de 1835. El 1r recinto aun conserva en una de sus secciones el
aspecto originario de mediados del siglo XIX. Detrás de él esta el que actualmente se
conoce como 4 Recinto, pero que ya existía en 1865. El cementerio se amplio en 1876
hacia el norte con el 2o Recinto. Y en 1884 se inauguro el actual 3r Recinto que
originalmente formaba un espacio independiente como cementerio civil, con su propia
puerta, que aun conserva, y que durante al II Republica se comunicó con el 2o Recinto
mediante un pasillo que aun se conserva. Ya a lo largo del siglo XX el cementerio se
amplió con los Recintos 5, 6 y 7. Otro de los motivos que destacan entre el patrimonio
del cementerio son los personajes que están enterrados en el. Así encontramos figuras
representativas de la cultura catalana como Manel Milà i Fontanals, el filosofo Eugeni
d'Ors y el escritor teatral Eduard Vidal i Valenciano, y figuras significativas de ámbito
local como Pere Alegret, los músicos Antoni Insenser i Bertràn y Francesc de Paula
Bové i los artistas Pau Boada y Carles Munts. También el patrimonio vegetal,
representado por los cipreses, pero también otras especies como el olivo, el pino, el
acebo, el acebuche o la Colletia Cruciata, de quien la leyenda dice que es la especies
que se utilizó para elaborar la corona de espinas de Jesús.
En lo referente a los aspectos arquitectónicos, destaca la variedad estilística de sus
panteones, entre los que encontramos des del modernismo hasta el neogótico, pasando
por el neoclásico y otros estilos mas eclécticos. Entre los arquitectos que han
intervenido en estos panteones hallamos figuras del ámbito local como el arquitecto
Santiago Güell o Antoni Pons, y nombres mas reconocidos como Leandre Albareda y
August Font. I escultores como Ramon Atxe, los hermanos Vallmitjana y Ramon Elias.