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Castro Urdiales / Cantabria / Cantabria
Cementerio de Castro Urdiales
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dirección Cementerio de Ballena, Barrio Urdiales · 39700 Castro Urdiales - Cantabria · Tel. 942 78 29 00
información Visitar su Web
El cementerio de Castro Urdiales está declarado BIEN DE INTERÉS CULTURAL, con la categoría de MONUMENTO por Decreto 55/1994, de 7 de diciembre (BOC núm. 38 de 14-02-1994)
“El cementerio municipal de Ballena está ubicado en el lugar de Ballena, en Castro Urdiales (Cantabria). El entorno a proteger está formado por el área incluida en el interior del perímetro del cierre del cementerio. La descripción complementaria del bien al que se refiere el presente Decreto, así como la zona afectad por la declaración…”
 
LOCALIZACIÓN: En el barrio de Urdiales extramuros de la ciudad y sitio denominado de  BALLENA.
 
CRONOLOGÍA: Proyectado por Alfredo de la Escalera y Amblard, arquitecto diocesano y provincial en 1885-1888.
 
TIPOLOGÍA: Cementerio marítimo
 
El cementerio de la Ballena de Castro Urdiales es uno de los ejemplos más notables de la arquitectura funeraria española y representa un modélico ejemplo de actuación urbanizadora. Reúne un conjunto de monumentos funerarios de excepcional calidad, en diferentes estilos como el neóclasico, eclecticismo, neomedievalismo, modernismo, gótico, art decó…
 
La ubicación del  cementerio es espectacular, se trata de un enclave elevado sobre el mar,  como una pequeña península, dotado de las mejores condiciones territoriales para que estuviera “bien ventilado” y  no pueda dañar “la salud pública”, en palabras de la época.
 
Es un “cementerio-museo”, encuadrado dentro de la tipología típica del denominado “cementerio marítimo” que forma un grupo especial, concebido como un elemento pintoresco del paisaje natural que parece asomado al mar. Formó parte del ensanche urbanístico  local de fines de siglo XIX, con una estructura urbana que se distribuye  en manzanas y calles, “mímesis” de la ciudad de los vivos.
 
El proyecto lo diseñó el arquitecto provincial Alfredo de la Escalera en 1885, con un estilo ecléctico, caracterizado por rememorar el lenguaje clásico, que ha sido el estilo dominante, y que se aplicó en la construcción de capillas funerarias, panteones y nichos.
 
En su paisaje se acumulan perspectivas de elementos verticales como pináculos, chapiteles, torres, cruces etc, de pequeños cuerpos arquitectónicos que son los panteones, y el recurso de las distintas calles arquitectónicas  que se dirigen a los cipreses y a la vegetación en general. Son referentes característicos de esa innata arquitectura del final de siglo, que envuelve la imagen del cementerio decimonónico enclavado en la corriente del romanticismo.
 
En este cementerio aislado del mundo de los vivos, se impone por su teatralidad, como un elemento importante en el discurso social de la época. Se accede por  una portada un tanto monumental,  concebida como espacio de transición entre el mundo de los vivos y de los muertos. La dotación se completa con una capilla, con pórtico elevado y con capacidad para colocar en el centro el cadáver; un depósito de cadáveres, vivienda del sepulturero y en su día hubo una sala de autopsias y laboratorio.
 
Su distribución primera es en forma de cruz de tres brazos, en un rectángulo, que forma la cabeza de la cruz, se destina a osario; el que forma uno de los brazos a niños sin bautizar y suicidas; y otro de los brazos para los enterramientos de los que estaban fuera de la religión católica, con entrada desde el exterior.
 
El cementerio se organiza en una serie de calles paralelas formadas por panteones que van descendiendo hacia el mar. Su planta parece inspirarse en el estilo neoclásico, relacionado también con la nueva sociedad burguesa que se instala en Casto Urdiales a finales del siglo XIX.
 
En la parte alta y con las mejores vistas, están los panteones principales y más monumentales de la clase social más pudiente, donde comienzan a discurrir los enterramientos en sendas calles que descienden de oeste a este, en suave pendiente hacia el mar.
 
Hay una gran profusión de panteones, que son pequeños monumentos, que se combinan con zonas verdes, conviven panteones de estilo neogótico inspirados en la cercana iglesia de Santa María (estilo gótico), con otros de estilo modernista o neoclásico.
 
En estos pequeños monumentos entran en escena todo el mobiliario de las capillas funerarias, así aparecerán candelabros, estatuas, relieves, vidrieras, frescos, mosaicos, obeliscos, antorchas, cruces etc.. aparecen así la imagen del panteón familiar como tumba-capilla, como mini iglesias particulares, sin altar ni presbiterio, que encontrará en el neogótico su mejores lenguajes.
La escultura también encontrará su lugar en este bosque de imágenes y en especial las representaciones de ángeles, como la del “ángel de la muerte”.
En la actualidad son más frecuentes las criptas y nichos para acoger a la creciente explosión demográfica en Castro Urdiales.
 
Entre las paredes del Cementerio de Ballena descansan los restos de personajes ilustres de la historia local, regional y nacional, como el arquitecto regionalista Leonardo Rucabado y el gran músico y compositor Arturo Dúo Vital. Hubo hasta 1979 otra tumba que pertenecía a Francisco de Bedoya, último guerrillero antifranquista de Cantabria, de los que “se echaron al monte” al acabar la Guerra Civil. En el año 1957, ante las numerosas reclamaciones de la familia, fue trasladado a Santander. Es de resaltar que mientras estuvo enterrado en Castro, siempre tuvo flores naturales en su tumba.
 
Existe otro sencillo panteón a los castreños muertos en tierras americanas que allí fueron en busca de mejor fortuna o aventura, que reza: “Por los castreños que en tierras americanas expiraron con el alma puesta en Castro de sus amores, os pido con fervor una plegaria para que Dios les conceda un eterno descanso. José Ibarra Hornoa les dedica este recuerdo. Mayo de 1951”.
  
El cementerio hoy en día forma parte del patrimonio cultural de la ciudad de Castro Urdiales. El ayuntamiento ha tenido especial sensibilidad en conservar en las mejores condiciones este conjunto arquitectónico que forma parte del paisaje urbano de la ciudad.
Queremos poner en valor este Bien Cultural y que sea una parada obligatoria para el turismo que visite Castro Urdiales, proyectándolo como un atractivo turístico de la ciudad, lleno de historia y de vida, convirtiendo el recinto en un maravilloso museo a cielo abierto donde poder contemplar la belleza de su ubicación y su destacada arquitectura, en medio de la quietud y la calma del camposanto.

“PANTEÓN FAMILIA DEL SEL”
 
En el cementerio de Ballena construyeron sus eternas moradas familias destacadas de la burguesía castreña y vizcaína, encargando sus proyectos a los arquitectos, sobrestantes, escultores y canteros más destacados de la época: Leonardo Rucabado, Emilio de la Torriente, Eladio Laredo, Severino Achúcarro, José Villamor, Nicanor Lazcano -que puede considerarse como heredero de los famosos canteros transmeranos-, y Helzel (Premio Nacional de Escultura). Destaca por tanto la variada  y excelente arquitectura de sus mausoleos, de excepcional belleza, magistral ejecución y madura lectura con cuidados acabos pétreos y detalles decorativos de bronce: barandillas, esculturas, etc.
 
Uno de los mejores ejemplos de esta arquitectura es el que hoy presentamos al concurso sobre mejor monumento, realizado por el arquitecto castreño Leonardo Rucabado para la familia de su esposa, y lugar en el que finalmente él mismo fue enterrado.
 
Se trata del panteón para “La Familia del Sel” realizado en el más puro estilo  modernista,  en clave de sezzesionismo vienés, con el que Rucabado entró en contacto en Barcelona y en su visita a Viena en 1908. Con esta obra el arquitecto evocó el revivalismo egipcio, ampliamente difundido en la arquitectura funeraria de finales del siglo XIX y principios del XX.
 
Realizado en bronce, mármol y piedra caliza de las canteras de Escobedo, presenta un podium de arista curvadas en la parte superior al que acompañan halcones encapuchados en las esquinas y un trabajo en bronce de tintes modernista, de recias formas y exquisito diseño.
 
Sobre el podium se sitúa el sarcófago y a su lado la figura de un ángel-mujer cuyo vestido y tocado a modo de áspid nos remiten al mundo egipcio, al igual que el halcón y el obelisco levantado junto al ángel. A ello hay que añadir los escarabajos ornamentales de bronce que se encuentran en los laterales del sepulcro, y que según la tradición egipcia, tenían la propiedad de comenzar a existir espontáneamente.
 
El ángel avanza en actitud protectora y tal y como es habitual en otras representaciones de la época, porta una corona entre las manos, mientras que con la otra sujeta una larga trompeta. La presencia de ángeles en los cementerios decimonónicos fue muy común. Lejos del carácter justiciero y apocalíptico que tuvieron en el Barroco, recreaban el triunfo sobre la muerte y la seguridad de una vida en el más allá.
 
El conjunto se completa con dos candiles, elemento común a todas las obras de Rucabado en el cementerio castreño.
 
El simbolismo funerario está presente en  este panteón, la representación de la primera y la última letra del alfabeto griego, la alfa y la omega, como alegoría al principio y al fin de la vida; candiles de bronce, para simbolizar el transcurrir de la vida hasta que ésta se apaga; incluso escarabajos ornamentales procedentes de la simbología egipcia; cabezas de águila como las que llevaban los faraones egipcios; cráneos, sarcófagos, gárgolas. La presencia del ángel decimonónico que  fue muy común, lejos del carácter justiciero y apocalíptico que tuvieron en el Barroco, recreaban el triunfo sobre la muerte y la seguridad de una vida en el más allá.