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Tacoronte, Tenerife / Santa Cruz de Tenerife / Canarias
Cementerio de Tacoronte
Calle del Calvario 3 · 38350 Tacoronte, Tenerife - Santa Cruz de Tenerife · Tel. 
El Cementerio Municipal de Tacoronte está situado en la calle Calvario, muy cerca de la iglesia matriz de Santa Catalina, primer templo del municipio, que data del siglo XVI. Se trata de un cementerio que gracias al espacio disponible ha podido conservar buenos ejemplos de la arquitectura funeraria canaria del siglo XIX y XX, algo poco frecuente en la isla de Tenerife. Además, presenta unos espacios ajardinados muy cuidados, que llaman la atención de los visitantes del resto de la isla, ya que no son frecuentes en Tenerife en este tipo de recintos. Hay que tener en cuenta que el buen clima de la comarca, fresco y húmedo, contribuye a la conservación de estos jardines, en contraste con la sequedad habitual de otros cementerios situados en estas islas.
Los trámites para la construcción del camposanto tacorontero comenzaron en 1821 durante el Trienio Liberal, materializándose en 1835, en una pequeña parcela elegida en la Hoya Machado. En 1876 se planteó la ampliación de la superficie útil de este primer recinto, realizándose a lo largo de las décadas posteriores diferentes obras en este sentido. Cabe destacar que en 1933, don José Domínguez Ramos (1845-1940), ex presidente de la antigua Diputación de Canarias, y ex alcalde de Tacoronte en varias etapas, que contribuyó decisivamente en el murado del cementerio y en la dotación de nuevas estructuras básicas para su cometido.
Como comentábamos al principio, el Cementerio Municipal de Tacoronte es un lugar bien cuidado y con unas instalaciones adecuadas, siendo merecedor de elogios por la buena disposición de sus elementos. Además, la ciudadanía de Tacoronte tiene la costumbre de adornar profusamente las tumbas y nichos de los seres queridos, de manera que el conjunto muestra todo el año un excelente aspecto, a lo que contribuye la esmerada jardinería del recinto. Desde el Ayuntamiento también se le ha dispensado siempre una atención especial a este recinto.
Este camposanto presenta tumbas singulares, producto de las vivencias y creencias de personas de distinta procedencia, que se quedaron prendadas por la belleza de la naturaleza tacorontera y decidieron reposar eternamente en estos parajes. Esta riqueza natural se muestra en los jardines del Cementerio Municipal de Tacoronte, con la presencia de especies propias de la flora canaria y de países tropicales, que no se encuentran en cementerios de la España peninsular.
Los trámites para la construcción del camposanto tacorontero comenzaron en 1821 durante el Trienio Liberal, materializándose en 1835, en una pequeña parcela elegida en la Hoya Machado. En 1876 se planteó la ampliación de la superficie útil de este primer recinto, realizándose a lo largo de las décadas posteriores diferentes obras en este sentido. Cabe destacar que en 1933, don José Domínguez Ramos (1845-1940), ex presidente de la antigua Diputación de Canarias, y ex alcalde de Tacoronte en varias etapas, que contribuyó decisivamente en el murado del cementerio y en la dotación de nuevas estructuras básicas para su cometido.
Como comentábamos al principio, el Cementerio Municipal de Tacoronte es un lugar bien cuidado y con unas instalaciones adecuadas, siendo merecedor de elogios por la buena disposición de sus elementos. Además, la ciudadanía de Tacoronte tiene la costumbre de adornar profusamente las tumbas y nichos de los seres queridos, de manera que el conjunto muestra todo el año un excelente aspecto, a lo que contribuye la esmerada jardinería del recinto. Desde el Ayuntamiento también se le ha dispensado siempre una atención especial a este recinto.
Este camposanto presenta tumbas singulares, producto de las vivencias y creencias de personas de distinta procedencia, que se quedaron prendadas por la belleza de la naturaleza tacorontera y decidieron reposar eternamente en estos parajes. Esta riqueza natural se muestra en los jardines del Cementerio Municipal de Tacoronte, con la presencia de especies propias de la flora canaria y de países tropicales, que no se encuentran en cementerios de la España peninsular.